Mírame. ¿Qué ves? ¿Una niña, una mujer?
Simple y llanamente, ¿una persona?
Hoy soy París.
¿Has estado alguna vez allí? La ciudad
del amor. Yo no la conozco, pero voy a guiarte.
Quiero guiarte al centro de París.
Sólo cierra los ojos. Hoy tienes entre
tus brazos una ciudad rendida a ti.
Cambia. Ahora puedes mirar.
Brilla el sol. Míralo, te devolverá la
mirada; no te hará daño. No olvides quién soy hoy. Te observo, te cuido, ardo.
Luz.
Sopla el viento. Olores y sensaciones.
Manzana, vainilla y café. Inspira.
Ahora, camina. Recórreme. Comienza el
viaje.
Los Campos Elíseos hablan para ti, te
indican el camino. Anda, respira, escucha. Atraviesa el Arco del Triunfo,
conquista las batallas escritas en él, aviva la llama por el soldado
desconocido. Tanto que hacer…
Acabas de empezar.
Notre Dame te observa, con un ballet de
palomas danzando a su alrededor, vigía silenciosa, guardiana de leyendas, de
historias sin final, de finales sin historia, de recuerdos olvidados, de
palabras calladas, de verdades ocultas… Entra en ella y sube a una de sus
torres. Recorre la ciudad con tu mirada y estarás grabando en tu mente uno de
tantos momentos que atesora, en su memoria imborrable de piedra, nuestra
hermosa dama. Pisa el círculo dorado que hay ante ella, marcando el centro de
la ciudad. Dicen que si lo haces, volverás a París. Písalo y vuelve, vuelve.
Ahora continúa.
Acaricia la Ópera Garnier, quítale la
máscara al fantasma, camina por donde caminó el más imposible de los amores, el
más maltratado de los genios, el Ángel de la Música. Hoy canto con la voz de
quien yace bajo la brillante oscuridad.
Ayúdame. No dejes la obra a medias.
Vuelve. Aún queda mucha obra por
representar.
Un barco parte. Desciende y navega por
el Sena. Te mece, te sigue, te empuja. Brazos amantes, caricias de agua tibia
que bailan a tu alrededor. Baja la mano, roza el agua. Cierra los ojos al pasar
bajo el Puente de los Deseos, formula uno e intenta que esté a mi alcance. Hoy
pienso cumplir todos y cada uno de ellos.
Graba en tu mente las obras prohibidas
del Louvre. Fantasías imposibles de color rojo y lienzos vacíos. Pinta.
Rendidas a tus pies, ideas que piden ser cuadros, reclamados por un público que
se reduce a la inmensidad de dos personas. Tú y yo.
Y sigue andando. Camina, visita.
Deléitate con los monumentos, los barrios, las calles, los parques, los jardines,
las plazas… Te parecerá inmenso, pero tranquilo. Te doy todo el tiempo del
mundo para llenarte de ello. De mí.
Porque cada paso que das es una nueva
declaración de amor que me dice: Quiero
continuar. Porque cada mirada de admiración me llena de orgullo, y cada
vez que tu mano se posa en algún lugar afirma: Yo estuve aquí. Tú y nadie más, porque he
construido una ciudad entera para ti. Por ti.
¿Dónde estás ahora? Mira hacia arriba.
La Torre Eiffel.
El final de tu viaje.
Estás en la cima, dejando atrás los
1665 escalones que has subido. Camino largo, difícil. Siéntete orgulloso. Con
tu esfuerzo has conseguido dominar tu propia ciudad. Ahora puedes verla, a tus
pies, pero al mismo tiempo dándote las alas para subir a lo más alto. Aún es
débil. Una Torre Eiffel hecha de hojas de papel en blanco.
Nuestro turno. Escribamos la historia.
"The Eiffel Tower through art", por Trey Ratcliff, en Stuck In Costums |
1 peregrinos perdidos:
Me has conquistao, cuándo nos vamos? :)
Cuando estuve en París tenía 11 años y fue el típico Disneyland 3 días y París 2 días o algo así, y si te soy sincera recuerdo poco. No es una ciudad que me llame muchísimo pero algún día quiero volver para verla bien.
Verla parecido a como la ves tú!
Me ha gustao un montón, en serio :)
(Soy Celia, este es mi otro-blog-antiguo-poco-activo xD)
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